Puraga

Desde el momento de su creación se trabajó para definir un prototipo que recogiera la esencia de nuestro caballo, su fuerza y agilidad, su resistencia y eficiencia nutricional, su nobleza e inteligencia, a partir de los millares de caballos rústicos que sobrevivían en los montes gallegos. El caballo de Pura Raza Gallega supuso la dignificación y valoración de esta raza, de estos animales, de su sistema de cría y de las implicaciones medioambientales que este supone, intentando, no solo recuperar un magnifico caballo, sino también conservar su cultura única, luchando para que la sociedad reconozca el importante papel que estos animales juegan en nuestro país.

A lo largo de los siglos XIX y XX, las yeguas de pura cepa gallega se consideraron excelentes madres para caballos de trabajo, cruzándolas con razas foráneas de las que recibían mayor porte, velocidad o masa muscular, y a los que aportaban rusticidad, resistencia, frugalidad y calidad de casco y articulaciones. La falta de control en esta práctica supuso la casi desaparición de la raza, preservándose en aquellos lugares en los que se conservó un sistema de cría tradicional en libertad único en el mundo, del que se tiene constancia continua desde los primeros pobladores de Galicia.

Hoy en día, aún se pueden observar agrupaciones de estos animales pastando libres en el entorno original donde se creó la raza, en los matorrales atlánticos de la media montaña gallega, donde los ganaderos y PURAGA mantienen con celo su pureza Desde PURAGA, trabajan para la conservación de estos magníficos animales, así como de su sistema de cría tradicional, dentro de diferentes líneas de trabajo; el fomento del consumo de su carne y productos derivados, la preparación de animales destinados a la equitación, especialmente infantil, la selección y cría de ejemplares marchadores, y la creación y mantenimiento de un banco de germoplasma y embriones. 

LA VINCULACIÓN CON EL SER HUMANO, LA CONSERVACIÓN DE UN PAISAJE CULTURAL.

El caballo criado en libertad precisa pocos cuidados sin embargo vincula fuertemente a sus propietarios con el monte. Los dueños, preocupados por sus animales, invierten trabajo y tiempo en el cuidado del monte, vigilan sus reses, rozan, realizan quemas controladas, cambian los caballos a zonas con mejores pastos… Haciendo esto, conservan un sistema de cría tradicional, una comunidad vegetal amenazada, una raza autóctona en peligro de extinción, una población de grandes carnívoros y un paisaje característico en la que el papel del ser humano es fundamental, pudiéndose considerar el matorral atlántico gallego como una auténtica PAISAJE CULTURAL.

Rapa de Santo Tomé, O Valadouro. Años cincuenta.

A principios del siglo XX, Galicia exportaba cerca de 10.000 cabezas anuales de equinos; Rof Codina calculaba la población en aproximadamente 100.000 ejemplares. Pedro Iglesia, en su tesis “Los Caballos Gallegos Explotados en Régimen de Liberdad o Caballos Salvajes de Galicia”, los censaba en casi 22.000 cabezas. Actualmente en toda Galicia y sin datos oficiales publicados, se podría considerar que la cifra se puede aproximar a los 11.000. Ahora bien, existe una merma generalizada en todo el territorio y, sobre todo, una completa desaparición de estos animales en amplias zonas del nortede Lugo, Costa da Morte o centro de la provincia de Pontevedra.

El Caballo de Pura Raza Gallega mantiene una población estable, con ciertas oscilaciones, rondando entre los 1.200 y los 1.450 ejemplares, la mayor parte de ellos, hembras. Esta conservación de la población se debe a una mayor profesionalización de las explotaciones donde se localizan.

Las principales amenazas del caballo de Pura Raza Gallega son, además de las generales para todo el mundo rural, despoblación, envejecimiento,… o el cruce con otras razas de mayor condición cárnica, la falta de acondicionamiento de las comunidades de montes, la apertura de pistas y carreteras por áreas tradicionales de pastos, la intensificación y los cálculos de la carga ganadera por parte de la administración, el bajo precio de los potros, etc.

Que estos animales nazcan en un entorno sostenible, sean criados de forma tradicional y vivan en semilibertad, priorizando su bienestar, es esencial para un producto único que es certificado con el sello 100% raza autóctona.

La carne de potro gallego 100% raza autóctona, es un producto bajo en grasa, alto en proteínas y muy rico en hierro. Su consumo se recomienda para toda la población, pero en especial para aquellas personas que, bien sea por su situación (embarazo, anemia) o por su actividad diaria (deportistas), necesiten de una alimentación altamente nutritiva.

La carne de potro gallego 100% Raza Autóctona es una carne rica en hierro hemo (este tipo de hierro es el más asimilable), Omega-3 (gran aliado en la prevención de enfermedades cardiovasculares), vitamina B y una fuente importante de fósforo, magnesio, zinc y cobre.

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