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¿Qué se entiende por calidad alimentaria?

El concepto de calidad es algo que nos resulta etéreo y difícil de definir. Si nos preguntaran, probablemente lo primero que nos vendría a la cabeza sería "duradero" o "resistente", si hablamos de un objeto. Pero a la hora de definir la calidad de un bien de primera necesidad como es un alimento, no nos resulta tan evidente. ¿Es aquel que sabe bien? ¿Es el que menos se estropea? ¿Es el que está más procesado? La realidad es que baremar la calidad en el sector agroalimentario puede ser algo muy subjetivo.

¿Cómo certificarla entonces? Uno de los primeros sellos que se nos viene a la cabeza es el de la ISO, para ser más exactos, la familia de la ISO 9001. Este sello desarrollado a principios del siglo XX, supuso la introducción de los conceptos de certificados de calidad en los procesos industriales y aún a día de hoy sigue vigente. Pero al contrario de lo que la gente interpreta, no es un sello utilizado en objetos finales si hablamos de alimentación, sino más bien en los procesos con los que los hemos elaborado. Para que nos entendamos: yo puedo encontrar una empresa que fabrique salsa de tomate en la que esté instaurada una ISO 9001, pero difícilmente voy a encontrar en el supermercado un tomate con una ISO escrita en la piel. 

¿Qué certificados puedo encontrar entonces? A día de hoy, en el mercado puedo encontrar diferentes sellos, privados en su mayoría, que han desarrollado diversos estándares que tratan de ofrecer al consumidor un producto distinguido. En esta línea podemos encontrar sellos como “Leche de Pastoreo”, “Vegano” o “Libre de Gluten”, todos ellos desarrollados por certificadoras privadas que han encontrado una manera de identificar a sus empresas clientes en un nicho de mercado que demanda este tipo de especialidades. Pero ninguno de ellos cuenta con una estandarización oficial por parte de la administración pública, ni siquiera las ISOS. 

La realidad es que los únicos sellos de calidad que podemos encontrar en Europa abalados por la legislación europea son la “Denominación de Origen Protegida” (D.O.P.), la “Indicación Geográfica Protegida” (I.G.P.), la “Especialidad Tradicional Geográfica” (E.T.G.) y los certificados de producción ecológica.

Estos cuatro sellos, presentes en todo el territorio comunitario, cuentan con una estandarización de protocolos, es decir, yo puedo encontrar, por ejemplo, cientos de D.O.P. en los distintos países europeos, pero sé que, si tienen el sello de calidad oficial, el proceso de control que hubo detrás ha sido el mismo para todos.

A la hora de estudiar de forma más pormenorizada estas certificaciones, podríamos clasificarlas en dos grupos. Por una parte, estarían los sellos que hacen referencia al origen o a la historia del producto, y por otra, los certificados que se refieren a un proceso de producción.

En el primer grupo encontramos a los sellos más antiguos, los que se derivan en buena medida de las denominaciones de origen que se empezaban a utilizar en los vinos y espirituosos, y que dieron lugar a estas tres certificaciones llamadas “Sellos de Calidad Diferenciada”, y que evocan no solo a una práctica respetuosa y natural, sino a una conservación del legado patrimonial que cada cultura atesora en gran parte en su gastronomía. 

El cuarto certificado, el de producción ecológica, no tiene una relación con el origen sino con los métodos de producción. Lo que se busca con este sello es asegurar al consumidor que ante un producto, independientemente de que sea producido aquí, en otro país de la unión o incluso importado de terceros países, los métodos y las garantías ante el consumidor final van a ser las mismas. 

¿Qué me aseguran entonces estos cuatro sellos? En primer lugar, las I.G.P, D.O.P. y E.T.G. nos proporcionan una herramienta de trazabilidad sobre la procedencia de los alimentos. Si compramos un alimento distinguido con estos sellos, podemos tener la absoluta certeza de que ha sido producido en un territorio concreto, sea en un radio local o nacional pero, de cualquier manera, tendremos una garantía de origen. Pero además, nos aseguran la utilización de una materia prima sin adulterar y de un proceso, si lo hubiera, basado en técnicas tradicionales, adaptadas, eso sí, a la normativa actual. 

De manera paralela, la producción certificada ecológica nos garantiza que los alimentos están producidos de una manera respetuosa con el medio ambiente y la salud humana. Las semillas con las que se trabaja están libres de transgénicos y los animales criados en esta técnica, han tenido una buena calidad de vida. 


Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU

Si tenemos en cuenta el impacto que tiene nuestra alimentación en el medio ambiente, sin duda, consumir productos con certificados de calidad es una buena herramienta con la que garantizar la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. 

La producción de alimentos con certificados de calidad ayuda a conseguir:

  • Ayuda a alcanzar las metas 2.3, 2.4, 2.5 y 2.a, ya que la mayoría de los consejos reguladores están formados por pequeños productores que trabajan con variedades locales de semillas que ayudan a salvaguardar las prácticas agrícolas más resilientes y contribuyen al mantenimiento de los ecosistemas. Además, en muchos casos, trabajan mano a mano con los bancos de germoplasma locales siendo una ayuda imprescindible para la conservación de sus semillas. 
  • Ayuda a alcanzar las metas 8.2, 8.3, 8.4 y 8.9 ya que en su mayoría este tipo de producciones está llevaba a cabo por micro-empresas o cooperativas que generan empleos en el ámbito rural, fijan población en los entornos rurales y periurbanos, facilitan la introducción de innovaciones en la industria agraria y ayudan a dar una formación profesional a sus empleados. Además del impacto empresarial, ayudan a poner en valor los enclaves en los que se asientan, haciendo un uso sostenible de sus recursos naturales favoreciendo el turismo cultural y poco masificado. 
  • En especial, ayuda a alcanzar las metas 12.2 y 12.3 ya que se favorece la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales, así como se evita el desperdicio alimentario favoreciendo las cadenas cortas de comercialización.
  • Ayuda a alcanzar las metas 15.3, 15.5 y 15.6 ya que ayudan a luchar contra la desertificación rehabilitando tierras que pudieran estar en peligro de erosión por incendios, sequía o inundaciones y evitando así la degradación del suelo. Además, ayudan al mantenimiento de los hábitats y promueven un reparto justo de los beneficios que se obtienen de los recursos naturales. 

¿Tienes dudas? ¿Quieres saber más sobre el tema? Consúltanos!

Referencias: https://www.alimentosdespana.es/es/sellos-calidad/, Diario Oficial de la Unión Europea - EUR-Lexeur-lex.europa.eu. y https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/


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